Vol – 2 No. 1, Enero - Junio 2021
3. Discusión
El propósito del estudio fue determinar la conducta de agresión en estudiantes de quinto
año de secundaria, en ese sentido se utilizó un nivel exploratorio y la técnica de encuesta
para el levantando información.
Se ha encontrado, que en la muestra de estudio predomina un nivel alto de agresión,
hallazgo similar a otras investigaciones (López, 2014, Ponte, 2010, Gutiérrez 2016,
Hermoza, 2017). Estos datos pueden dar cuenta de que el problema de la agresión es un
tema actual y latente en las instituciones educativas que, a pesar de las campañas de
prevención o programas dirigidos a los estudiantes, subsiste este problema en la escuela,
que se hace visible a través de los maltratos entre ellos, hasta pareciera que se ha
legitimado esta forma de convivir entre los estudiantes. Al respecto, Piñuel y Oñate
(2005) en un estudio sobre agresividad, determinaron como maltrato o agresiones de
abuso entre pares o iguales, representado mediante conductas de hostigamiento verbal,
físico, psicológico que se da de manera sistemática y permanente entre compañeros de
clase provocando que la víctima se mantenga en silencio y no delate a su agresor.
A través del tiempo, se observa que la agresión ha invadido los entornos escolares, desde
el año 2013 hasta abril del 2019, se han registrado 28,148 casos de violencia escolar,
siendo la mayoría (83%) de instituciones pública. (SISEVE, MINEDU. 2019). Si bien
el sistema educativo ha generado estratégicamente programas de atención como
fortalecer el área de tutoría o crear la coordinación de convivencia escolar, aun no se
reflejan en la disminución de casos. Aquí es importante analizar que este problema no
obedece a un factor aislado, probablemente si encontramos violencia en los escolares
como da cuenta la presente y otras investigaciones, es porque hay violencia en la
sociedad, en la familia y en el comportamiento individual.
Ya, Olweus (1980) refirió que la agresión puede tener dos causas: la primera referida al
temperamento difícil del niño, producto de algún rechazo de parte de los padres que
luego al convertirse en exceso, se tiende a acceder a sus peticiones, lo que puede resultar
de un manejo permisivo de la conducta, logrando el aumento en la posibilidad de que el
niño se comporte de forma agresiva. Y segundo, dado por esa forma de dinámica
familiar que cada vez se acentúa, referida a que ambos padres, usualmente cumplen
jornadas laborales, que de alguna manera hace que se sustraigan de su función paterna
y materna, referido al afecto y a la atención genuina, evento que también puede ser visto
como rechazo.
Por otro lado, encontramos los estudios de Bandura (1975) quien plantea que toda
conducta rechazada puede tener una carga de agresión, sus estudios sobre el aprendizaje
de la agresión a través de la observación o imitación aportan para el entendimiento de
este problema, su mecanismo de interacción social y desarrollo de la personalidad.