
de la identidad pasa por la lucha de los movimientos sociales (Pereira de Queiroz, 2011.
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La educación debe ser pensada desde una perspectiva social, que fortalezca las prácticas
de vida de las comunidades y los procesos organizativos, de allí que retomemos la
Educación del Campo como una iniciativa política y pedagógica que se gesta de la mano
de las poblaciones rurales, con el fin de reconocer y afirmar la realidad cultural, saberes,
identidades, memorias e historias que constituyen las necesidades y proyectos de futuro
que colectivamente se generan en los territorios. La Educación del campo, fomenta el
quehacer pedagógico como un ideal político de transformación de la realidad, en donde
se opta por re-significar la construcción de sujetos que trabajan y viven para el beneficio
conjunto de sus comunidades.
Aunque los educadores de Inzá hacen mención a la educación rural, consideramos que
ésta se enmarca más en la educación del campo porque se ajusta más a su práctica
pedagógica social y política. Precisamente, los movimientos sociales le apuestan a
hablar de la Educación del campo porque es una propuesta colectiva de construir
comunidad a través de la educación, de pensar el quehacer de los educadores y los
educandos como un proceso de resistencia desde las poblaciones, por construir prácticas
pedagógicas pertinentes con su realidad.
La relación directa con el contexto y la educación en la ruralidad nos brinda un
panorama de los procesos educativos que no se limitan a la institución, su apuesta hace
énfasis en comprenderla con la articulación entre la teoría y la práctica para la formación
de seres humanos capaces de crecer, pensar y construir condiciones de posibilidad para
el futuro alrededor de su contexto. No se marca una diferencia entre estos dos lugares
(Escuela y comunidad), sino que los consideran como complementarios, con un vínculo
estrecho, de allí afirman la intención de que la educación se da en los espacios de
encuentro con los otros.
Comprender la subjetividad como una categoría de análisis para abordar el accionar de
los sujetos, no solamente tiene que ver con la mirada hacia su quehacer, a su vez implica
la indagación de los posicionamientos y representaciones que se encuentra alrededor de
sus prácticas y contextos por los cuales se le determina. Ahondar en la subjetividad
implica tomar distancia de las dicotomías que comprenden la realidad como una
externalidad a los sujetos, así como fisurar idearios que los constituyen como ajenos a
su contexto.
Así pues, identificamos que el proceso de la lectura crítica que realizan los educadores
en las instituciones educativas focalizadas, se materializa en la medida que realizan
prácticas pedagógicas que ellos consideran como alternativas, que recuperan los saberes
propios, que ligan los conocimientos con la realidad, que generan procesos de
reconstrucción de identidad y arraigo con el territorio, apostando por un proceso